Montserrat es una de las montañas más visitadas del entorno de Barcelona por su entorno místico y religioso. Año tras año, miles de turistas y curiosos se adentran en sus instalaciones para conocer su historia. Lo que muchos no saben es que alberga un pasado lleno de mitos y leyendas, que envuelven la formación rocosa con un ambiente mágico de lo más interesante.
En nuestro anterior post sobre “Montserrat y sus secretos: Balneario de la Puda”, pudimos conocer todo aquello que esconden las ruinas de estas antiguas aguas termales con propiedades curativas, que se convirtieron, a finales del siglo XIX y principios del XX, en un destino de lujo muy deseado por las familias más adineradas. En este artículo, vamos a continuar desvelando el entresijos y secretos que esconden las instalaciones de Montserrat, centrándonos, en este caso, en la virgen de La Moreneta y la visita al monasterio de Heinrich Himmler, en busca del Santo Grial.
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El verdadero origen de La Moreneta
La Virgen de Montserrat, también conocida como La Moreneta, se ha convertido en la patrona de Cataluña, provocando que miles de peregrinos y curiosos se desplacen hasta el templo de Montserrat.
La historia de La Moreneta está envuelta en leyendas que se remontan al siglo IX. Según la tradición, un grupo de pastores encontró la imagen de la Virgen en una cueva de la montaña de Montserrat, la Santa Cueva, atraídos por una luz misteriosa. Al descubrir la imagen, intentaron llevarla a la cercana localidad de Manresa, pero la estatua se hizo tan pesada que no pudieron moverla. Interpretaron esto como una señal de que la Virgen deseaba permanecer en Montserrat, y así nació el santuario dedicado a ella. Las leyendas también cuentan que la virgen fue tallada por San Lucas, y que San Pedro debía llevarla a Roma, pero la guardaron en esta cueva, para que no fuese robada.
La Moreneta, de casi un metro de altura, es conocida por su característica apariencia oscura, que contrasta, notablemente, con su vestimenta dorada. Esta imagen, tallada en madera, que data del siglo XII, presenta a la Virgen María con el Niño Jesús en su regazo. Su color negro ha suscitado numerosas teorías a lo largo de los años, ya que se ha podido comprobar que no es su color original, sino que la virgen era, originalmente, blanca.
Algunos sugieren que es debido a la oxidación del barniz aplicado originalmente, mientras que otros creen que la coloración podría deberse al humo de las velas y lámparas de aceite encendidas por los devotos a lo largo de los siglos. Aun así, se ha decidido mantener su color actual, como seña de identidad.
También cabe destacar los elementos que sostienen ambas figuras. En el caso del Niño, esta conserva en su mano izquierda una piña, como símbolo de fecundidad; y, en el caso de la Virgen, esta cuenta con una esfera que, según los historiadores, es una manzana. Sin embargo, hay quienes aseguran que hace referencia al globo terráqueo. No sería extraño si esta imagen no hubiese sido tallada en una época en que todavía se consideraba que la Tierra era plana. Es por ello que se cree que pudo ser un mensaje oculto, por parte del artista.
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Himmler y su búsqueda del Santo Grial
El Santo Grial, copa en la que, supuestamente, bebieron Jesús y sus discípulos, durante la Última Cena, y en la que se recogió la sangre de Cristo, después de su crucifixión, ha sido siempre una reliquia envuelta por un gran misterio.
Su búsqueda ha sido un tema recurrente en la literatura, el cine y la mitología, pero una de las expediciones más enigmáticas y reales ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Heinrich Himmler, uno de los líderes más prominentes del régimen nazi y mano derecha de Hitler, fue a Montserrat, en busca del Santo Grial, ya que creía que estaba escondido en este santuario y que su adquisición podría garantizar la victoria de los nazis. Según algunas versiones de la leyenda artúrica, el Grial fue custodiado por una orden de monjes en un castillo escondido en una montaña sagrada, lo que encajaba perfectamente con la descripción de Montserrat.
En octubre de 1940, tuvo lugar la reunión de Hendaya, entre Adolf Hitler y Francisco Franco, el dictador español. Coincidiendo con esta, Himmler se desplazó a diversas ciudades españolas, como San Sebastián, Madrid, Toledo y Barcelona. Durante su visita a la Ciudad Condal, insistió en ir a Montserrat, lo que levantó sospechas sobre sus verdaderas intenciones. Finalmente, Himmler consiguió llegar al monasterio el 23 de octubre, acompañado de un pequeño grupo de oficiales de la Schutzstaffel (SS).
La llegada del líder fue recibida con sorpresa y cierta incomodidad por los monjes benedictinos. Durante su estancia, Himmler conversó con el religioso Andreu Ripoll, ya que era el único que hablaba alemán, pero aun así no encontró ninguna pista sobre el paradero del Santo Grial.
En definitiva, la expedición de Himmler a Montserrat fue un recordatorio de cómo las leyendas y la historia pueden entrelazarse de maneras inesperadas, y cómo la búsqueda de poder ha llevado a las personas a explorar los rincones más sagrados y misteriosos del mundo.
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