Uno de los mejores lugares de Barcelona para escapar del alboroto y ruido de la ciudad, y disfrutar del aire libre, son los Jardines de Laribal, ubicados dentro del parque de Montjuïc. Pasear por los rincones más escondidos, bajo el sonido del borboteo de las cascadas de agua y el olor magnífico de las plantas más exóticas, es uno de los placeres que nos ofrece esta extensa rosaleda del siglo XX.
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Origen
El origen de los jardines de Laribal se remonta al 1908, cuando el Ayuntamiento de Barcelona decidió adquirir una finca perteneciente a Josep Laribal, reconocido periodista y abogado catalán, director del diario El Diluvio.
La voluntad del consistorio barcelonés era fundar la Escola del Bosc, y, paralelamente, realizar los trabajos pertinentes para lograr urbanizar gran parte de la montaña de Montjuïc.
A pesar de que, inicialmente, el proyecto fue encargado a Josep Amargós, al final acabó siendo obra del ingeniero y paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier y de su ayudante Nicolau M. Rubió Tudurí, ya que el comisario de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, Francesc Cambó, apostó por ellos para que realizaran el ajardinamiento de la zona.
Fue en 1922 que las obras finalizaron, abriendo al público una de las grandes joyas de Barcelona.
El lugar donde actualmente yacen los jardines de Laribal, fue punto de encuentro de excursionistas y, además, de un grupo de intelectuales gastronómicos y políticos, La Colla de l’Arròs. Estos últimos se reunían, en concreto, en el edificio donde se ubica, en la actualidad, el Museo Etnológico de Barcelona.
Vegetación
Estos jardines cuentan con una superficie total de 5 hectáreas, que abarca de la Fundación Miró a los Jardines del Teatre Grec, hasta llegar al Museo Etnológico. El formato de este espacio está inspirado en los antiguos jardines árabes, donde predominaba el agua y los largos caminos geométricos; y en los cármenes de Granada, casas típicas de dicha ciudad, caracterizadas por sus huertos con árboles frutales y jardines con plantas aromáticas, donde uno de los grandes protagonistas era el agua.
Encontrarás vegetación mediterránea autóctona, que se mezcla con las especies más exóticas que te puedas imaginar, provenientes de otros continentes. Algunos de los ejemplares predominantes son el pino blanco, el laurel, el pino piñonero, el naranjo y el ciprés. También, los plataneros, en la plaza del Claustre; y las acacias y las adelfas, en las escaleras del Generalife. Además, podrás disfrutar del delicioso aroma de los geranios, la lavanda y el romero, en diferentes puntos del recorrido.
Otra planta muy característica de estos jardines es la hiedra, la cual aporta un toque especial y privado a los rincones más bonitos del parque.
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Arquitectura
En este jardín, los arquitectos franceses aprovecharon la pendiente existente de la montaña para crear un parque con diferentes desniveles, conectados por escaleras, terrazas y senderos. También destacan las pérgolas de ladrillo visto y piedra, que conectan los diferentes tramos y proporcionan sombra.
Todo esto, sumado a las fuentes y a las preciosas cascadas de agua que acompañan el recorrido, te hará sumergirte en un paisaje de lo más romántico, por donde pasear en pareja, en familia, o incluso solo, para conectar con uno mismo.
Asimismo, cuenta con las escaleras del Generalife, inspiradas en los jardines del Generalife de Granada, que enlazan este tramo superior de los jardines con los del Teatre Grec. Es uno de los rincones más bellos que no te puedes perder.
Escultura
Los jardines de Laribal son todo un museo al aire libre. Acogen diversas obras de arte entre las que destacan las tres figuras femeninas, todas ellas de la primera mitad del siglo XX. Por un lado, Estival, de Jaume Otero, del 1929. La noia de la trena, de Josep Viladomat, de 1928; y, por último, del mismo autor, Repòs, la más antigua, de 1925.
Además, podrás disfrutar de las diferentes fuentes que se enconden en el parque, como, la más conocida, la Fuente del Gato, en la que, como bien dice su nombre, el agua sale de la cabeza de un felino, obra de Joan Antoni Homs, en 1918; y, también, la Fuente de Satanás, posible lugar de encuentros de adeptos a la brujería.
Por otro lado, siguiendo la línea estética de los jardines árabes y los cármenes de Granada, podrás observar que los elementos están decorados con baldosas de cerámica, que aportan color y vivacidad al verde intenso de las plantas.
Otros parques dentro de Montjuïc
Montjuïc cuenta con un gran número de jardines de diferentes estilos, como los Jardines Mossèn Costa i Llobera, en los que predominan los cactus, palmeras y otras plantas exóticas; los Jardines de Mossèn Cinto Verdaguer, con magníficas vistas de la ciudad; los Jardines del Teatre Grec, con el anfiteatro; y los Jardines de Miramar, donde se encuentra la estación del teleférico.
También, los Jardines de Joan Brossa, una zona dirigida a las familias, con juegos infantiles; los Jardines del Mirador del Alcalde, con fuentes del mismo arquitecto que construyó la Fuente Mágica de Montjuïc, Carles Buïgas. Así como el Jardín de las Esculturas, los dos jardines botánicos de la ciudad condal, y los parques del Mirador del Migdia i del Mirador del Poble Sec.
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