La playa del Garraf, situada entre las localidades de Sitges y Castelldefels, es una joya oculta de la provincia de Barcelona. Esta zona, conocida por su belleza natural y su rica historia marinera, alberga uno de los tesoros de Cataluña: las Casetas del Garraf.
Estas encantadoras casitas de pescadores, situadas junto a una playa de arena dorada, ofrecen un vistazo al pasado y una experiencia única para los turistas que buscan algo más que las playas convencionales. En este artículo, exploraremos la playa del Garraf, el pintoresco pueblo del Garraf, el origen y evolución de estas casitas, y su relevancia en la actualidad.
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La playa del Garraf y sus 33 casetas de madera
La playa del Garraf, también conocida como playa de las Casetas del Garraf, es un pequeño paraíso costero que se distingue por su tranquilidad y belleza natural. Situada en una cala protegida por acantilados y rodeada de vegetación mediterránea, este espacio ofrece un ambiente relajado y pintoresco, ideal para aquellos que buscan escapar del bullicio de las playas más concurridas.
Uno de los elementos más emblemáticos de esta y que la diferencia del resto son las 33 casitas verdes y blancas que conforman su skyline. Estas casetas icónicas de madera, originalmente, servían como almacenes para los pescadores locales, y, con el paso del tiempo, se han convertido en el símbolo distintivo de la playa.
Desde el año 2020, son declaradas Bien Cultural de Interés Nacional, con el objetivo de su correcta conservación.
Origen y evolución de este conjunto histórico
Las Casetas del Garraf tienen una historia fascinante que se remonta a los años 1920. Originalmente, estas casetas, edificadas sobre la misma arena de la playa, servían para guardar las redes, las barcas y otros utensilios de pesca, ya que su ubicación estratégica junto al mar facilitaba el acceso rápido a las embarcaciones y permitía a los pescadores trabajar de manera eficiente.
Otras fuentes explican que, en los años 20, se popularizó el baño en la playa, provocando que las familias adineradas se desplazaran a las localidades costeras más destacadas, como Sitges, para disfrutar de un día de sol y playa. Mientras tanto, los empleados de servicio escogían la playa del Garraf, entre otras, al no ser tan concurridas. Se dice que estas casetas se construyeron, inicialmente, para proteger del sol a estas personas, que se acercaban a este rincón para refrescarse.
Sin embargo, su débil estructura hacía que estas casetas padecieran numerosos destrozos con los temporales. Años más tarde, a partir de 1931, se reconstruyeron estas casas, edificándolas sobre pilares, las cuales son las que podemos apreciar actualmente.
Con el tiempo, estas casetas comenzaron a transformarse en pequeños refugios de veraneo para las familias de pescadores y otros residentes locales.
En las décadas siguientes, las Casetas del Garraf ganaron popularidad entre los habitantes de Barcelona y otras localidades cercanas, que buscaban un lugar tranquilo y pintoresco para escapar del ajetreo urbano. A medida que aumentaba la demanda, se construyeron nuevas casetas y se mejoraron las infraestructuras de la playa.
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Hoy en día, las Casetas del Garraf son un destino turístico muy apreciado, tanto por su belleza como por su valor histórico y cultural. Aunque algunas casetas han sido modernizadas, muchas han conservado su estructura original y su encanto rústico, lo que las convierte en un testimonio viviente de la historia marinera de la región.
Otros espacios de interés en su entorno
Además de esta original playa, el pequeño pueblo de Garraf cuenta con otros atractivos turísticos que lo hacen único y que combinan playa y montaña.
Uno de los lugares que debes visitar sí o sí si quieres disfrutar de una escapada en esta localidad barcelonesa es el Celler Güell, una bodega de estilo modernista del siglo XIX, que fue edificada por el reconocido arquitecto Antoni Gaudí, por orden del industrial Eusebi Güell. Su estructura puntiaguda, construida en piedra caliza, cuenta con hasta 5 plantas y un subterráneo dedicado a la bodega; y se mimetiza a la perfección con el entorno natural del municipio.
Por otro lado, encontramos la Iglesia de Santa María de Garraf, de estilo moderno, ubicada en la plaza de l’Església; y la Torre de Garraf, una torre de defensa muy cerca de la bodega modernista.
Asimismo, en el entorno descubrirás el Parque Natural del Garraf, con una gran extensión de más de 12.000 hectáreas, donde poder disfrutar del aire libre, mientras haces alguna ruta de senderismo o paseas en bicicleta. En el corazón del parque, concretamente, en el Palau Novella, se aloja el Monasterio budista del Garraf, el primero de Cataluña.
El pueblo también alberga varios restaurantes y bares donde se puede disfrutar de la gastronomía local. Los platos de marisco fresco y los arroces son especialmente populares, y muchos establecimientos ofrecen vistas espectaculares al mar. Además, el Garraf cuenta con pequeñas tiendas y mercados donde los visitantes pueden comprar productos locales y artesanías.
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